Kitobni o'qish: «Astrelka»
Muy alto en el cielo entre las estrellas vuela y baila Astrelka. Mientras baila ella toca la pandereta de la que salen pequeñas estrellitas plateadas y se convierten en una lluvia de estrellas que vuela por todas partes del infinito firmamento. Astrelka baila cada vez más rápido y alegre acompañada por los sonidos del maravilloso violín de su abuelo, Gitano de Estrellas. Él toca su violín y su nieta Astrelka baila con esa música. Ellos recorren el cielo de constelación a constelación, de siglo en siglo… Pero aquí Astrelka se ha detenido a descansar un poco y ha dicho:
–¡Abuelo! ¡Sabes cuánto me gusta bailar y columpiarme en las cometas que pasan para un lado y para el otro! ¿Acaso hay en el mundo algo más divertido? – ¡Te pido solo que tengas cuidado! ¡No te vayas tan lejos de mí! Porque te das tantas vueltas y giros mientras bailoteas que yo temo que te vueles tan lejos que no podre alcanzarte. – ¡Es por tu música! Cuando la oigo, no puedo parar de brincar y bailar. ¡Abuelo! ¿Tú por qué siempre tocas el violín? – ha preguntado Astrelka continuando con su baile.
– Porque… ¡porque yo debo tocar el violín! – ha contestado el abuelo. Astrelka se ha quedado pensativa y ha vuelto a preguntarle:
– Abuelo… ¿cómo que debes, a quién? ¿Por qué? Y le ha respondido el abuelo: – Pues porque… porque la música es la fragancia de la eternidad. Eternidad de la que nacen todas estas estrellas y la que llena de belleza sus caminos. Las estrellitas que salen de tu pandereta iluminan el camino de una estrella a la otra. Para eso viajamos nosotros por el cielo, para que el mundo entero se llene de música de siglo en siglo… Astrelka ha pensado sobre lo dicho por su abuelo y ha preguntado:
– ¿Entonces tú llenas de música el mundo de las estrellas? ¡Oh! ¡Un gran coro de estrellas canta junto con la melodía de tu violín y suena precioso!
– ¡La música suena con las voces de las estrellas! ¡Es así como nosotros llevamos sus noticias de unas a otras hacia las constelaciones más lejanas!
– Qué bien… ¡entonces las estrellas necesitan mis bailes también! – ha dicho Astrelka y se ha puesto a cantar y las voces de estrellas se han unido a su canción. El abuelo le ha contestado mientras empezaba a tocar la melodía:
– ¡Claro que sí! ¡Tu baile es tan alegre, y tú regalas esa alegría a las estrellas! Así que ponte a danzar más alegre, ¡porque parece que ya hace tiempo no salían las chispitas plateadas de tu pandereta! Esas chispas se encienden muy brillantes y nos iluminan desde lejos, porque las estrellitas lejanas tienes que saber que vamos hacia ellas. Un día de estos Astrelka cerro los ojitos mientras bailaba y ha dado unos giros tan rápidos que se ha volado muy, muy lejos sin darse cuenta. Después de parar ha entendido, muy sorprendida, que ya no oía la música del violín de su abuelo y que la habían atraído unos sonidos muy diferentes. Astrelka se ha sentado en una nube que pasaba a su lado y se ha puesto a observar con mucha curiosidad a la… ¡Tierra!
– ¡Qué planeta tan enorme! Y que precioso… y es tan celeste… Parece que está lleno de sonidos. ¡El planeta está cantando! Suena con tantas voces, en tantos idiomas y dialectos diferentes, con música y melodías… ¡Cuántas melodías nuevas y desconocidas! Yo no había oído muchas de ellas antes… Astrelka ha escuchado un ratito más y ha entendido que todos esos ruidos llegaban de este enorme planeta azul. Tan bonito y lleno de sonidos. ¡Cuántas cosas nuevas ha oído! Chirridos bruscos, estruendos de olas de océano, cantes preciosos y muchas, muchas cosas más que no había escuchado antes.
– ¡Cuántas voces llegan desde allí! Abuelo, ¿cómo se llama este planeta? ¡Ay, abuelo! ¿Dónde estás? Su pregunta se ha quedado sin respuesta. Astrelka ha mirado alrededor pero no veía a su abuelo ¡Tampoco se oía su violín! La chica se ha asustado y ha empezado a llamarle más fuerte aun:
– ¡Abuelo! ¡Abuelo! ¿Dónde estás? – exclamaba la niña lo más fuerte que podía. Solo ahora ha entendido ella que su abuelo se ha quedado en algún lugar muy, muy lejano… Se ha sentido sola y asustada. Y ha voceado una vez más muy pero que muy fuerte allá a las estrellas, y solo entonces ha oído del infinito alejamiento una voz muy bajita:
– ¡Astrelka! ¿Dónde estás? – gritaba su abuelo. Y Astrelka, muy asustada, le respondía ahogada por las lágrimas:
– ¡Aquí! ¡Estoy aquí abuelo! El abuelo volaba rápido hacia ella calmándola:
– ¡No tengas miedo! ¡Estoy contigo! ¡Voy volando hacia ti! Muy pronto Astrelka ha visto entre la inmensidad de estrellas una más que brillaba fuerte y se acercaba cada vez más. Y por fin ha empezado a distinguir a su abuelo iluminado por los rayos relucientes de los astros. Astrelka se lanzó hacia el cuándo ya estaba muy cerca y dijo: – ¡Perdóname abuelo! ¡Tu musica sonaba hoy de maravilla y yo bailaba con los ojitos cerrados! Y no me di cuenta que iba alejándome más y más mientras bailaba entre las estrellas. Tampoco me di cuenta que ya no era la musica tuya sino unos sonidos desconocidos que me habían atraído. El abuelo la ha mirado y le ha explicado sonriente: – Estos misteriosos sonidos y melodías que te han encantado nieta mía, vienen de este planeta azul llamado Tierra. Mejor dicho, de la plaza de una ciudad donde se sitúa la colorida cúpula del Circo Chapito. ¡Escucha! ¡Son los artistas del Circo los que cantan! Efectivamente, se oía desde allá una graciosa canción que cantaba un grupito de gente con las vestimentas coloridas y pintorescas. ¿Qué es el circo? ¡Es alegría! ¿Y qué es el circo? ¡Es maravilla! ¿Cómo podemos En un circo entrar? ¡Muchísima suerte Nos debe tocar! Astrelka ha preguntado mirando muy atenta todo lo que estaba pasando: